La campaña electoral de las próximas generales está demostrando que la realidad supera ampliamente a la ficción. Fijándonos sólo en los dos "grandes" partidos (de tamaño, se entiende) dan ganas de echarse a llorar. En un ejercicio de falta de honestidad e insinceridad sin límites, los dirigentes de ambos partidos centran sus mensajes en los recortes que el rival supuestamente pretende hacer.
El PSOE, siguiendo la cultura del miedo ya empleada en anteriores comicios (véanse "que viene la derecha" o "si sale el del bigote os quitarán las pensiones") recrimina al PP supuestos recortes en educación y sanidad, y como guinda final, y de una forma apocalíptica anuncia "el fin del estado del bienestar". Ése es el mensaje principal del partido que ha gobernado España durante los últimos 8 años, y que ha gestionado (juzgue el lector si bien o mal) esta crisis.
El PP, siguiendo un hilo argumental similar, se centra igualmente en los recortes que el PSOE ha llevado a cabo últimamente...¡Pero si ha sido de lo mejor que ha hecho! Podría haberse centrado en determinados despilfarros pre-electorales a las elecciones de 2008 (cheque bebé, 400 euros de deducción del IRPF) cuando la palabra superávit era algo más que una quimera, pero no, se centra en criticar recortes más o menos sensatos, pero absolutamente necesarios.
IU y otras agrupaciones de menor peso electoral, sabedoras de que nunca (no al menos a corto plazo) tendrán que soportar el peso de la toma de decisiones económicas de estado, critican los supuestos recortes de unos y otros.
¿Esos son los políticos a los que tenemos que votar? ¿Los políticos del "¡...y tú más!"?
Hasta cierto punto, se entiende que no detallen el alcance de los recortes que tengan previstos, sobre todo aquellos con un impacto directo en la ciudadanía (lo que con cada vez menos fortuna se llama "estado del bienestar"). Nadie en política va tan a pecho descubierto, mucho menos cuando vienen tan mal dadas. Lo que no se entiende es que todo su argumentario político se base en la crítica al de enfrente, y mucho menos cuando ni ellos mismo saben si tendrán que recortar de la misma forma que ahora censuran.
Otro agravante de esta actitud, es el hecho de que, en la coyuntura actual, las fluctuaciones de los indicadores económicos están siendo de una magnitud tal, que ni PP ni PSOE conocen a priori cuál será la situación económica real a 1 mes vista, cuando el partido electo comience la nueva legislatura. Y no lo saben ni siquiera de forma aproximada. Es decir, que el conjunto de indicadores de: paro, deuda, prima de riesgo, etc. puede variar tanto que tengan que adaptar sus intenciones pre-electorales a una realidad mejor o peor de lo inicialmente estimado (seguramente mucho peor, en economía esto siempre es así).
Y por último está la demagogia, tan de actualidad en estas fechas. Todos acusando al vecino de que eliminará los derechos sociales. Sin descartar que eso pueda llegar a ocurrir, creo que hay muchísimos otros sitios sobre los que meter la tijera en primer lugar, como:
- Los derroches de las administraciones públicas, ya paliados sólo en parte con la ley que les impone un techo sobre el gasto
- Aumentar la productividad, pública y privada
- La privada es más compleja de gestionar, y no hay garantía de éxito, pues depende del empresario (y quizá de unas medidas sobre el empleo que abaraten el despido y provoquen una selección natural que potencie a los trabajadores más competitivos).
- La pública es más sencilla de identificar, aunque suele conllevar revueltas sociales de mucho mayor ruido, al ser colectivos acostumbrados al blindaje de sus condiciones laborales. Estoy convencido de que habrá nuevas bajadas de sueldo de los funcionarios, y probablemente una disminuación de la contratación, es decir, más horas de trabajo por funcionario, incluyendo educación, sanidad, seguridad ciudadana, etc.
Sin buscar los culpables de esta situación que ya es mala a nivel mundial (aunque especialmente difícil en España), si los que aún conservamos un empleo nos rasgamos las vestiduras con los 5 millones de parados, tendremos que asumir que es a nosotros a quienes nos toca ser solidarios ahora por el bien del país. Asumir esto implica que tendremos que asumir nuevas subidas en el IRPF, probablemente subida del IVA y otros impuestos como el carburante y, ojalá me equivoque, co-pago de algún tipo en sanidad.
Eso, o salirnos del Euro. Esto da para otro post bien completo pero, puesto que planteo la alternativa, creo que es importante dejar algunas preguntas en el aire:
- ¿Cuántos griegos sometidos a referendum (si finalmente se hace) son capaces de, atisbar mínimamente las consecuencias que para un país tiene salir del Euro?
- ¿Y españoles?
- ¿Hemos demostrado a lo largo de la historia ser responsables o ser más bien una masa "cortoplacista"?
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