lunes, 14 de noviembre de 2011

Los mercados como chivo expiatorio

Últimamente se escuchan mucho en los debates políticos y económicos de radio y TV críticas muy ácidas contra "los mercados". Incluso IU ha centrado parte de su discurso electoral en la frase "No habrá paz para los mercados", en un juego de palabras sobre la película de título "No habrá paz para los malvados". Resulta curioso que desde la clase política se echen balones fuera, culpando de la precaria situación económica de España y Europa a un ente abstracto como "los mercados". "Los mercados" como tal no son una institución ni organización, no tienen ningún representante o portavoz común, y no pueden ser inducidos en su conducta más que a través de la legislación.

"Los mercados" culpables de la crisis son sólo el conjunto de actitudes y voluntades que tienen como objetivo hacer dinero a través de la compra-venta en bolsa. Es decir, en ese intangible "los mercados" entran los brokers, las grandes corporaciones, los especuladores, el ciudadano de a pie que invierte su dinero en bolsa, etc. Por lo tanto, culpar a los mercados de determinadas situaciones económicas no es más que culpar a la naturaleza humana cuando de ganar dinero se trata.

Mientras que las decisiones políticas están sujetas al juicio de la ciudadanía, y por tanto, deben respetar los valores éticos más o menos establecidos en cada sociedad, los mercados se rigen por el capitalismo puro y duro. El capitalismo es a la economía lo que la selección natural es a la evolución: Una ley que formula que el pez grande se come al pez chico, sin miramientos, sin compasión, sin civismo.

Por ello, no podemos hablar de "los mercados" en los mismos términos que hablamos de "los gobiernos". No se puede pensar en "los mercados" como organización o institución de interés público, muy al contrario, el comportamiento de éstos responde a un conjunto de intereses económicos absolutamente indivuales o corporativos, pero nunca colectivos.

Es la libertad que se ha dado a los mercados la que nos ha llevado al punto en el que estamos. La globalización económica, social y tecnológica tampoco ha ayudado, precisamente: Lo que a nivel nacional podía controlarse mínimamente es ingestionable en el entorno actual. Es por ello que la única queja que podemos ejercer los ciudadanos es contra nuestros gobiernos e instituciones económicas internacionales (BCE, FMI, etc.), por no haber visto venir esta situación hasta que nos ha caído encima.

El comportamiento económico del mundo occidental en los últimos 15 años ha dejado a las claras que el modelo económico puro propuesto por Adam Smith no es viable a nivel macroeconómico (aunque sí en la microeconomía doméstica). Es necesaria una regulación internacional que supervise y controle los mercados.

Las grandes cuestiones que no debemos dejar de vigilar:
  • ¿Asumirá el mundo occidental su rol de pez pequeño en los siguientes ciclos económicos, o por arte de birlibirloque entraremos en una nueva dinámica bélica mundial que refinancie las tradicionales economías del primer mundo? Ojo con Irán y África.
  • ¿En qué punto se situará el nivel de intervencionismo de Europa/USA? ¿Podremos seguir llamándonos capitalistas o vamos a "estatalizar" demasiado la gestión económica de nuestros mercados?

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